LA TRAGEDIA DEL FOKKER


La tragedia del Fokker



La tragedia del Fokker, la mayor de las sequías y los nuevos potrillos
Bien dicen que sobre el pueblo recaen los sufrimientos generales de todas las naciones. Las crisis – de toda índole – siempre se asientan sobre los que menos poseen, fortaleciendo con golpes sus defensas y alimentando su fe; así como también – como dándole la contra a las desavenencias – siempre hay lugar para la alegría, la hermandad y el festejo. Si hay un club deportivo en el Perú que está perfectamente alineado a estos caracteres, no puede ser otro que el Alianza Lima. Y de ejemplos podremos hablar siempre. Mas nunca habrá uno que iguale en pesar lo que significó ese triste tramo del tiempo que abarcó desde el año 1978 hasta 1997. Diecinueve años de sequía que no sólo fue sequía, también fue pena y estanco, también fue tragedia.

Tras el final de la última época dorada a fines de los setentas, se esperaba una nueva generación capaz de cubrir los inminentes vacíos que nos dejaron aquellos cracks, pero estos, al menos a nivel de resultados, tardaron en aparecer. Fue en 1985 cuando asomaba una nueva generación interesante capitaneada por los ya referentes: José ‘caíco’ Gonzáles Ganoza y José Velásquez. Jugadores de las divisiones menores empezaron a tomar protagonismo. En los siguientes años, Alianza intentó pelear los torneos con jugadores muy jóvenes que de a pocos fueron madurando, y la sequía continuaba. Llegó 1987 y con él la contratación de Marcos Calderón – el entrenador peruano más ganador de la historia – como  Director Técnico del primer equipo. La idea era acabar con la sequía y parecía posible. Aquel Alianza tenía mezcla de juventud, talento y experiencia. Había empezado el campeonato de menos a más y mantenía cierta regularidad. Faltando poco menos de la mitad del torneo, la blanquiazul se ubicaba en el primer lugar a un punto del Unión Huaral, que era el escolta. Tocaba viajar a la selva, a enfrentar al Deportivo Pucallpa. El resultado fue de triunfo para Alianza por 1 a 0, ratificando el buen nivel del equipo en una plaza difícil, pero fue al regresar a Lima cuando sucedió la peor de las derrotas. Una pérdida para el país entero.

El avión que transportaba al pleno del plantel, DT, y algunos barristas, dirigentes y socios, cayó al mar de Ventanilla. El único sobreviviente de este accidente fue el piloto del avión. Alianza perdió a un gran equipo y el fútbol peruano perdió a muchos jugadores con gran presente y futuro. Futbolistas como Luis el ‘potrillo’ Escobar – debido a este apodo se bautizó a esta nueva generación como ‘Los potrillos’ –  Alfredo Tomassini, el mismo ‘caíco’ Gonzáles, y el propio técnico, Marcos Calderón, junto a todos los que conformaban aquel sueño, fallecieron en este trágico accidente. Un golpe durísimo del que tardaríamos mucho en recuperarnos, tanto en el plano emocional, como en el plano deportivo. Las condolencias del mundo entero no tardaron en llegar, así como también las muestras de generosidad. Clubes tales como Sport Boys, Sporting Cristal y Deportivo Municipal cedieron algunos de sus jugadores para que Alianza pueda seguir afrontando el campeonato. Mientras que, desde el extranjero, llegó el apoyo del Colo Colo chileno, que cedió a cuatro de sus representantes. Incluso Teófilo Cubillas, en otro gran gesto, regresó del retiro para incorporarse al primer equipo. Por su parte, la Federación apoyó autorizando a que Alianza no tenga que volver a salir de Lima para el resto del campeonato, jugando de ‘visitante’ en el Estadio Nacional, esto para dar cierta ventaja a este equipo hecho sobre la marcha y con un fin más que todo generoso y caritativo, antes que deportivamente competitivo, además de ahorrarle al club los gastos que implicarían esos viajes. Con todas estas tribulaciones y apoyos, Alianza peleó hasta el final aquel torneo de 1987, llegando a disputar la gran final con Universitario. En aquella final los cremas se impusieron a los blanquiazules por primera vez en la historia de las finales entre ambos. Alianza continuaba su sequía y no se vislumbraba un futuro optimista.

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